«Probablemente lo más curioso de esta novela es que aparece sin un deseo claro de serlo». Eso nos cuenta, para empezar, Pedro Cortés acerca de su novela El chico de la barba erizada. ¿Por qué aquella afirmación? Porque más bien le parecía más propio de un relato breve que de una novela. Pero salió lo segundo. Y no acaba aquí la cosa; Cortés tiene más curiosidades que contar acerca de la concepción de dicha obra.
«Más bien parecía que debía de ser un relato breve. Una especie de cuento que, a la manera de Jorge Luis Borges, mezclase fábula y realidad en unas cuantas páginas, pero cada vez que intentaba cerrarla el personaje quería seguir su vida, se negaba una y otra vez a quedar reducido al mísero espacio al que al parecer estaba destinado», reflexiona acerca del origen de su novela.
Eso, para empezar. Porque una novela como El chico de la barba erizada da para mucho más. Para empezar, su argumento. «Se iba desgranando casi solo en un intento de buscar una evolución de Ricardo que le permitiera crecer y desarrollarse escrutando momentos y espacios de felicidad en su anodina vida —confiesa Pedro Cortés—. Por eso, al final, en un intento decidido de acabar la novela, no me quedó más remedio que abrir una posibilidad de continuación en el futuro».
Siguiendo por la ubicación. «Una gran ciudad, capaz de engullir vidas y sentimientos, pero sin concretar ninguna, que me parecía que en todas ocurren o pueden ocurrir cosas parecidas», concreta Cortés.
Y también prestando la atención que merece al personaje principal, Ricardo. De él nos dice lo siguiente: «Vive su vida sin vivirla, y por una de aquellas circunstancias en que el azar juega con las personas a partir de un determinado momento una vorágine lo envuelve, intentando que recupere todas las vivencias que se le deben».
Una novela, según confiesa —y es, pensamos, la más interesante de las que nos ha transmitido— que cree que nació con una vocación más o menos juvenil, «pero que se hizo adulta al mismo tiempo que el personaje principal. La aparición de su ansiada barba con la que sueña, para entrar en el mundo adulto y las características especiales. Le devuelve a la realidad de adulto o engendro de la naturaleza, pero las mujeres que pasan por su vida lo acabaran amando. Como un niño que canta en voz alta para superar su miedo, él se mueve entre el pánico atroz a todo lo que le separa de su vida ligada a la protección de su madre y su deseo de ser lo que no es. Emma, sobre todo, y Carol son dos contrapuntos que se mueven entre sus miedos y deseos», explicita Pedro Cortés.
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